Splinternet y el camino equivocado

IMAGE: Public Domain

Cuantas más veces se releen los decretos presidenciales de la administración Trump sobre herramientas como TikTok y WeChat, más evidente resulta que con decisiones como esas, el mundo ha emprendido un camino completamente equivocado.

Decretos intencionadamente vagos y generalistas, sin pruebas ni argumentos de ningún tipo, que revelan que la actual administración de los Estados Unidos ha dejado de creer en una internet global y que, tras años de críticas a la Gran Muralla establecida por China para escindir su internet del resto del mundo, están dispuestos a copiar esa estrategia. La frase de Mike Pompeo, «a clean internet free of untrusted Chinese apps», podría equipararse perfectamente a la que el vicepresidente para asuntos económicos de Irán, Ali Agha-Mohammadi, utilizó hace más de ocho años para anunciar el lanzamiento de su propio «halal internet«, para «funcionar según los valores islámicos y proporcionar servicios apropiados«. Lo que hace más de ocho años sonaba alucinante y únicamente propio de una dictadura comunista o una teocracia dictatorial, ahora es adoptado por nada menos que los Estados Unidos.

En el medio, muchos otros países han solicitado a Apple y a Google que excluyesen determinadas apps de sus tiendas: en total, en el período de un año cubierto por los informes de transparencia de Apple, no menos de quince países diferentes solicitaron la eliminación de un total de 1,311 apps en ciento cincuenta peticiones separadas, alegando incumplimiento de las leyes locales. Apple impugnó la totalidad o parte de doce de esas solicitudes, y terminó eliminando 851 aplicaciones de varios países. La compañía no especifica qué aplicaciones fueron eliminadas, pero proporciona algunos detalles sobre las razones alegadas, que van desde la difusión de contenidos ilegales a la regulación de los juegos de azar, pasando por la violación de las leyes de privacidad o por operar fuera de las políticas gubernamentales. Muchas de estas peticiones provinieron de entornos considerados totalitarios como China, que solicitó la gran mayoría de retiradas, y otros como Arabia Saudí, Pakistán o Rusia, pero también de países considerados democráticos como India o Noruega.

Cada día más, las soberanías nacionales se van convirtiendo en el principal problema del mundo en que vivimos. Que se limite el alcance de una red global como internet y se nos aboque a un futuro de redes regionales de alcance limitado es tan solo un síntoma de problemas mucho más graves, como la imposibilidad de plantear soluciones globales que utilicen la totalidad del contexto potencial de aprendizaje en una pandemia o, mucho más grave, que sean capaces de afrontar problemas que nos afectan a todos como la emergencia climática. Instituciones y tratados supranacionales como la Organización Mundial de la Salud, Naciones Unidas o el Acuerdo de París ven su papel, su operativa y sus compromisos progresivamente restringidos, mientras se otorga mucha más importancia a cuestiones cortoplacistas relacionadas, por lo general, con mantener al idiota de turno al frente de su país.

Decididamente, el mito de la Torre de Babel descrito en el Génesis iba mucho más allá de ser únicamente el origen de los distintos idiomas, y estaba llamado a convertirse en el principal problema de la humanidad.

Sobre estos temas intercambié algunos mensajes con Marimar Jiménez hace unos días, que ha citado en su artículo en El País / Cinco Días titulado «Trump rompe definitivamente el sueño de una internet universal» (pdf). A continuación, las preguntas y respuestas que intercambié con ella:

P. ¿El ‘splinternet’ ya está aquí, con China, Rusia y ahora los Estados Unidos en manos de Trump?

R. La progresiva balcanización de internet a la que se ha dado ya el nombre de «splinternet» no solo está aquí ya, sino que incluso cuenta con su propia página en Wikipedia, y se refiere precisamente a eso, a la rotura del sueño de una internet universal que permitiese la difusión de contenidos por todo el mundo, debido a factores como la tecnología, el comercio, la política, el nacionalismo, la religión o los intereses particulares. Cuando no se trata directamente de intereses comerciales o de tratar de reforzar el dominio sobre la red de un país determinado, es el «ese contenido ofende a mi religión, a mis creencias o a tal o cual figura nacional», el «hay que proteger a los niños» o el «aquí me critican de maneras que no me gustan», pero la realidad es la que es: la humanidad ha sido completamente incapaz de algo tan aparentemente simple como desarrollar y mantener una red de información común. La evolución es clara: desde la evolución de internet desde sus inicios como red intrínsecamente global, hasta un momento actual en el que países como Corea del Norte, Irán, Cuba, China o Rusia tienen ya sus intranets nacionales diferenciadas y aisladas de la internet global, mientras otros, como India o la Unión Europea, plantean prohibiciones o reglas que hacen que muchos proveedores de contenidos no puedan o ni siquiera se plantean ofrecerlos allí.

P. ¿La prohibición de Huawei, TikTok, WeChat, y otras que puedan venir, sentaría un mal precedente? ¿Podría tener consecuencias para las empresas estadounidenses?

R. Las limitaciones a empresas chinas en el mercado estadounidense o las presiones a socios de Estados Unidos para que también las excluyan es un muy mal precedente, que indudablemente provocaría una escalada en ese tipo de acciones por parte de China. Lo que ocurre es que China, en realidad, ya tomó la iniciativa en este tipo de acciones excluyendo de facto a las empresas no chinas de su enorme mercado y sustituyéndiolas con lo que en principìo eran clones, consiguió gracias a eso varios campeones locales que ahora tienen ambiciones expansivas, y sueña con expandir su interpretación de lo que internet debería ser (una red controlada y en la que todos los usuarios están completamente identificados y caracterizados en todo momento) a todo el mundo. En la creación de splinternet y la destrucción del sueño de internet como red global no hay buenos y malos, todos tienen su parte de responsabilidad.

P. ¿Están justificadas las medidas de Trump y qué otras consecuencias pueden tener todas estas acciones de Trump contra las tecnológicas chinas?

R. Las medidas de Trump se justifican por el interés de Estados Unidos en seguir siendo la potencia dominante en el mundo, ya no solo en la red. Lo que ocurre es que la estrategia de China, partiendo de una irregularidad como fue el vetar el acceso de empresas de otros países a su mercado, ha logrado consolidar un dominio cada vez mayor en investigación y desarrollo, en crecimiento, en capitalización y en ambición, lo que lleva a que Trump reaccione de manera hostil y a que otros países traten de evitar la sinización de sus culturas y entornos. ¿Por qué resulta un mal presagio la evidencia de que el sueño global de internet ha resultado imposible de mantener? Sencillamente, porque nuestro gran desafío inmediato, la emergencia climática, es otro proyecto que también necesita de amplios consensos mundiales para poder tener ciertas garantías de éxito. Obviamente, podremos – y deberemos – emprender acciones y tomar compromisos a nivel de cada país, pero en algún momento deberemos plantearnos sancionar, marginar o excluir a aquellos países que no cumplan con sus compromisos de reducción de emisiones, de desmantelamiento de plantas contaminantes o de calendarios de descarbonización. Hablamos del destino de todo el planeta, pero todo indica que va a resultar imposible poner de acuerdo a ese planeta incluso en puntos que la evidencia científica demuestra completa e inequívocamente.



Enrique Dans
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