Qué es y qué no es la renta básica incondicional

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Renta básica incondicional: una guía rápida» (pdf), y es una reacción a lo que llevo un tiempo viendo en torno a iniciativas de políticos que plantean ayudas económicas para los más vulnerables.
El término es claro: una renta básica incondicional tiene que ser lo que su mismísimo nombre indica: una renta (es decir, no un pago coyuntural vinculado a una circunstancia determinada), de un nivel básico (adecuado para mantener a una persona o familia por encima del nivel de la pobreza), y además, incondicional (no vinculado a ninguna característica de quien la recibe, ni su nivel de renta, ni ninguna otra variable).
¿Donald Trump plantea enviar dinero a personas en situación de vulnerabilidad para evitar una recesión? Muy bien, pero digan lo que digan los titulares, eso ni es renta, ni es universal. Que no sea una mala idea – proporcionar recursos a quien no los tiene es difícilmente criticable – no implica que una implementación así no pueda mediatizarse para obtener, por ejemplo, un rédito político en unas elecciones ya muy próximas en el tiempo, o que esas personas no vayan a volver a la situación de vulnerabilidad cuando las ayudas terminen. Que Luis de Guindos opine que es momento de ayudar a los desfavorecidos mediante pagos con un esquema similar al de Donald Trump no lo convierte en defensor de la renta básica, porque de nuevo, lo que propone ni es renta, ni es incondicional: quienes hipotéticamente la recibirían lo harían por un tiempo limitado, y en función de unas métricas económicas determinadas, concretamente su nivel de renta. Que Pablo Iglesias insista en la instauración de una renta mínima vital, de nuevo sin juzgar esa medida, que indudablemente será buena para aquellas personas en situación de vulnerabilidad que la reciban, es algo que, por mucho que insista la prensa, tampoco es una renta básica incondicional: aunque en ese caso sí se plantee como renta, falla en otro de los atributos importantes, el de ser incondicional.
Si no es una renta, es conyuntural, y se llama subsidio. Si ese subsidio, además, se entrega solo a algunos en función de sus características, no es incondicional, sino que hay que cumplir determinadas condiciones para recibirlo: es un subsidio condicionado, como muchos que ya conocemos, y no es nada novedoso ni especial. Ayudar a los desfavorecidos puede ser bueno, pero no es una renta básica incondicional. De hecho, ayudas a los desfavorecidos mediante un subsidio condicionado tiene varios problemas:
- Estigmatiza a quien lo recibe, lo que, por mucho que podamos argumentar que la persona pueda preferir ese estigma a no poder comer, es algo injusto.
- Dado que se condiciona a una circunstancia económica, si esa circunstancia económica cambia – por ejemplo, si esa persona encuentra un posible empleo – el subsidio desaparece, lo que implica imponer a esa persona una carga fiscal desmesurada e injustificable, y un incentivo a tratar de recurrir a la economía sumergida.
- Dado que solo lo reciben quienes cumplen determinadas condiciones, posibilita que el gobierno que la entrega trate de capitalizarla en forma de rédito electoral, como de hecho ocurre en países como Venezuela o Argentina, generando bolsas de voto condicionado.
Sea por 1, por 2, por 3 o por todas ellas juntas, los subsidios condicionados no son una buena idea, y lo podemos comprobar todos los días. Una renta básica incondicional se plantea necesariamente de otra manera: se entrega como renta permanente que se actualiza con la inflación (que de por sí no supone un problema, o no más que cuando esa renta no existe), y sobre todo, se entrega a la totalidad de los ciudadanos, la necesiten o no. ¿Qué sentido tiene dar dinero a quien no lo necesita? Simplemente, evitar la estigmatización de quien sí lo necesita, y evitar que pueda ser mediatizada o percibida como «favor magnánimo» que supuestamente hay que devolver votando a quien la concedió.
¿Qué ocurre con ese dinero que se da a quienes no lo necesitan? Simplemente, que lo devuelven como impuestos al final del ejercicio fiscal. Lógicamente, para ello hay que asegurar que los impuestos se pagan, que no existen recursos que permitan a algunos evitar sus obligaciones mediante estructuras de ingeniería fiscal (adios, SICAVs y afines), y que la función redistributiva funciona adecuadamente. ¿Supone la renta básica universal un dinero que no tenemos? No, en su mayor parte es una redistribución de muchos subsidios que se entregaban de manera condicionada, unida a un dinero que se entrega a personas que lo devuelven – en muchos casos, con creces, al menos en países ricos – a las arcas del estado.
¿Implica una renta básica incondicional que las personas no tengan incentivo para trabajar? En absoluto, porque pocos quieren vivir únicamente con el mínimo imprescindible. Lo que sí implica es mayor libertad a la hora de escoger a qué te dedicas. Los ensayos realizados en numerosos países demuestran que las personas que reciben una renta básica incondicional no dejan su trabajo, no se vuelven vagos, y mucho menos se lo gastan en drogas. Menos argumentos de cuñado y más análisis con base real, por favor.
En el futuro, la digitalización y la mecanización llevará a que las máquinas sean capaces de hacer cada vez más cosas, y además, más rápido y con menos errores que los humanos. Eso implicará una sustitución de personas por máquinas y un surplus de productividad, un dividendo tecnológico que debe repartirse adecuadamente. No tiene ningún sentido que en una sociedad que cada vez produce más riqueza, haya cada vez más personas por debajo del umbral de la pobreza.
¿Qué pedimos al estado? Que nos proteja cuando las cosas no van bien, que nos evite la ansiedad que supone estar por debajo del umbral de la pobreza, o que nos ofrezca grados de libertad con una red de seguridad adecuada. Si no es así, si todo depende de la supuesta mano invisible del mercado, ¿para qué diablos queremos un estado?
Cuando hablemos de renta básica incondicional, hagamos justicia al término y pongamos las cosas en su sitio. Ni todo cabe bajo ese término, ni el que critica un subsidio condicionado es necesariamente un desalmado que quiere que los pobres se mueran de hambre. Y algunas de las cosas que se plantean bajo la idea de que esos subsidios condicionados son supuestamente «similares» o «caben bajo el paraguas» de la renta básica incondicional, además, traen consigo una importante deriva populista y problemas potencialmente muy peligrosos que implican un condicionamiento del sistema democrático. Por favor, cuidado con esas cosas: desgraciadamente, el infierno está empedrado con muchas cosas que en su momento parecían buenas intenciones.
Enrique Dans
Enlace: Qué es y qué no es la renta básica incondicional