La banca, las fintech y las tecnológicas: un panorama complejo
Gabriela Origlia me envió tres preguntas por correo electrónico sobre el avance de las fintech en América Latina y su capacidad para desarrollar productos y servicios atractivos en mercados con un nivel de bancarización relativamente bajo, y hoy me cita en una pieza en la revista Estrategia & Negocios titulada «Las fintech abren mercado en América Latina» (pdf).
El panorama competitivo que se está fraguando en la banca con la llegada de unas compañías fintech cada vez más consistentes, mejor capitalizadas y cuya actividad crece sin escándalos ni estridencias, y la incursión cada vez más clara de las grandes compañías tecnológicas promete una evolución sumamente compleja. Por el momento, las compañías tecnológicas han optado en la mayoría de los casos por la colaboración con la banca tradicional, como Apple con su Apple Card, Google con sus cuentas corrientes o Amazon con sus múltiples servicios financieros, pero ese paso podría ser temporal, como indicaría la reciente obtención de una licencia bancaria europea por parte de Google en Lituania. Para la banca, la preocupación no debería venir tanto de la llegada de estos nuevos (o ya no tan nuevos) entrantes, sino de la creciente comoditización de sus servicios.
A continuación, el texto completo de las preguntas y respuestas que intercambié con Gabriela:
P. La democratización de la banca amplió la llegada a servicios financieros: la banca tradicional compite con plataformas financieras que no son bancarias. Cómo analiza esa competencia? O es complementariedad?
R. Las compañías fintech explotan segmentos de la cadena de valor de la banca que la banca tradicional hacía mal, de forma ineficiente o planteaba de maneras que los consumidores simplemente soportábamos, pero que nos resultaban incómodas o inconvenientes. La idea de plantear un negocio como un intento constante de cobrar comisiones a sus usuarios en cuanto se descuidan resulta poco sostenible en cuanto surgen alternativas, y esas alternativas, que vienen de planteamientos lógicamente más modernos, tienden a proponer modelos freemium en los que el cliente es libre para decidir si quiere un servicio básico gratuito o si la propuesta de valor merece que pague una cuota. Las fintech, por lo general, ofrecen experiencias de uso infinitamente mejores que las de la banca tradicional, y por eso crecen. La banca tradicional tendría mucho que aprender de esas compañías, en lugar de enrocarse y pretender que su modelo debe permanecer inalterado.
P. Tienen esas plataformas más flexibilidad para llegar a los segmentos más bajos de la sociedad? Si es así, qué deberían hacer los bancos para mejorar en esa fracción?
R. No creo que exista una correlación entre las plataformas fintech y los segmentos más bajos de la sociedad, incluso podría ser que ocurriese lo contrario, que los consumidores peor informados permaneciesen en la banca tradicional y fuesen los segmentos más tech-savvy o mejor informados los que se las plantean como alternativa. Los bancos deberían plantearse utilizar a las fintech como una especie de laboratorio de innovación externo: los directivos de banca deberían de probar esas alternativas, evaluarlas y tratar de ser competitivos en su nivel de servicio con las propuestas que plantean.
P. Los bancos tradicionales intentan sembrar una suerte de pánico entre los usuarios respecto de las compañías tecnológicas que ingresan al negocio: tiene razón de ser? qué deben hacer para adaptarse?
R. El recurso al miedo, a la incertidumbre y a la duda (FUD) tiene un recorrido muy corto. Probar los servicios de una compañía fintech es muy sencillo, virtualmente libre de riesgo porque puedes empezar con muy pocos fondos o sin ninguno para determinados temas, y la idea de «no es un banco y por tanto es peligroso» no se sostiene. A partir de aquí, los bancos pueden jugar al «no están regulados como nosotros», pero es importante pensar que habitualmente, ser grande no era una desventaja sino una ventaja, y que darle la vuelta al razonamiento para argumentar que «como soy grande y estoy regulado hay servicios que no puedo ofrecer» es una mala defensa. Lo que los bancos tienen que hacer es destinar esfuerzos de sus directivos a que prueben y evalúen los servicios fintech hasta conocérselos perfectamente, y a partir de ahí, pensar cómo incorporarlos o mejorarlos al precio que sea, del mismo modo que si las compañías discográficas, en lugar de intentar cerrar Napster, se hubiesen dedicado a utilizarlo, habrían inventado Spotify diez años antes y se habrían evitado una dolorosa batalla legal y muchas pérdidas.
Enrique Dans
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