El coronavirus, el trabajo desde casa y las empresas inteligentes

IMAGE: Pete Linforth - Pixabay (CC0)

Con la epidemia de coronavirus afectando a la economía mundial y a los resultados de muchas compañías, podría resultar interesante sugerir una aproximación un tanto diferente: utilizar la excusa del coronavirus para llevar a cabo un pequeño test de preparación, un coronavirus test que evalúe hasta qué punto la actividad de tu compañía se vería afectada en caso de que las medidas de precaución utilizadas en países como China para tratar de prevenir el contagio fuesen implantadas en tu país o ciudad.

En muchos sentidos, el coronavirus se ha convertido en el mayor experimento de trabajo desde casa en toda la historia: en primer lugar, lógicamente, por la dimensión de una amenaza que se expande rápidamente y se contagia con relativa facilidad. Pero en segundo, y no debemos olvidarlo, porque la madurez y la difusión de las tecnologías necesarias para ser eficiente trabajando desde una localización remota son ya notables, al alcance de prácticamente cualquiera. En muchas partes de China y en otros países, los trabajadores de una amplísima variedad de compañías, prácticamente todos aquellos cuyo trabajo diario no implica la relación con algún activo especializado o algún tipo de maquinaria específica, están aislados en sus casas, sometidos a rutinas de tomas periódicas de temperatura y al uso de tecnología para mantener su actividad. Esa circunstancia, lógicamente, está poniendo a prueba la resistencia y los hábitos de esos trabajadores, pero también la de sus compañías para mantener su actividad y su ritmo de trabajo a pesar de la situación.

¿Hasta qué punto podría tu compañía mantener su actividad en el caso de declararse medidas como las que se están viviendo en algunas zonas de China? Una buena parte del futuro del trabajo podría estar relacionado con su adaptación para ser llevado a cabo desde casa, incluso sin unas circunstancias que fuercen a ello. Muchas de las actividades del día a día de muchos trabajadores podrían trasladarse a un entorno remoto en el que se pueda estar más cómodo, que reduzca los inconvenientes relacionados con el desplazamiento diario, y que posibilite un mayor confort e incluso, según muchos, una mayor productividad. Pero esos supuestos beneficios no se obtienen de la noche a la mañana, y es necesario poner a prueba las tecnologías y la preparación de los trabajadores para ponerlos en práctica sin problemas. ¿Por qué no plantearse un momento como este, con más personas trabajando desde sus casas que en ninguna otra circunstancia en la historia, para ensayar ese contexto?

¿Podría tu compañía seguir funcionando en caso de una alerta sanitaria, o se vería obligada a interrumpir su actividad? ¿Hasta qué punto te afectaría algo así? ¿Cómo redefine una circunstancia así las reglas de la interacción? ¿Qué personas serían capaces de adaptarse fácilmente a desempeñar su trabajo desde su casa y para quiénes resultaría un reto prácticamente imposible? Y si consiguieses un balance adecuado, en el que la actividad de la compañía no experimentase una fuerte disrupción en una situación límite como esa… ¿no debería eso llevarte a una reflexión o a un replanteamiento de la manera de trabajar en ella? ¿No podría ser una manera adecuada de plantearte si está en tu mano ofrecer esos mayores grados de libertad a tus trabajadores, para que puedan ellos mismos ponerse en esas situaciones y escoger con libertad su forma de trabajar, con acceso a mejores posibilidades de conciliación, de comodidad o de satisfacción?

La tecnología lleva tiempo estando presente, pero la utilizamos de manera incompleta y escasa: el intercambio de información entre personas se suple de manera perfecta o incluso superior con correo electrónico, sistemas de mensajería instantánea o documentos compartidos. Las reuniones cara a cara funcionan muy bien con herramientas sencillas y al alcance de cualquiera como Zoom. Hay cada vez más compañías en el mundo que aprovechan ese tipo de tecnologías para ser más productivas, para moverse más rápido, e incluso para poder atraer talento con menores limitaciones. El desarrollo de más y mejor conectividad lo favorece. ¿A qué esperas para someter a tu compañía a la «prueba del coronavirus» y comprobar si sería capaz de seguir produciendo y facturando en el hipotético caso de que fuese necesario que todos trabajasen en remoto, o si sería un caos imposible de gestionar?

No, no se trata de estar preparado para el coronavirus o para alguna otra epidemia. Se trata de estar preparado para el futuro.



Enrique Dans
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