Australia y el apocalipsis climático

Como buen gallego, conozco desgraciadamente muy bien esa imagen del sol completamente naranja en medio del día, casi oculto por espesas nubes de humo, ese olor inconfundible a incendio, esos pájaros en silencio, ese miedo de no saber si van a conseguir detener el fuego antes de que llegue a zonas habitadas… si intento imaginarme eso mismo pero multiplicado por un factor enorme, la dimensión de la catástrofe me supera completamente, y se convierte en inimaginable, en inabarcable, en un auténtico apocalipsis.
Las noticias que llegan acerca de los incendios en Australia son simplemente eso: inabarcables. Mientras muchos idiotas se dedican a normalizar la situación y pretenden que lo que ocurre es parte de un fenómeno que se repite todos los años, la realidad es que la magnitud y gravedad de los fenómenos de este año es muchísimo mayor, brutal, jamás vista: han muerto ya 18 personas, varias decenas están desaparecidas, la superficie quemada es ya más de dos veces Bélgica, más de sesenta mil millones de metros cuadrados, seis veces la dimensión de los fuegos del Amazonas en 2019. Más de mil hogares destruidos, cientos más dañados, miles de personas evacuadas, nubes de humo del tamaño de Europa… y aún hay más de cien incendios activos. Pretender que algo así es normal es, simplemente, no tener ni idea de lo que se habla.
Los fuegos son un fenómeno normal en Australia. Algunas especies de eucalipto, de hecho, dependen de los incendios para liberar sus semillas. Pero este año es muy diferente: la temporada de incendios comenzó mucho antes, coincidiendo con los records históricos de temperatura y tras una sequía prolongada: exactamente lo que predecían los científicos cuando calculaban los efectos de un cambio climático ya convertido en emergencia.
Los brutales y desproporcionados incendios de Australia son, simplemente, lo que ocurre cuando un gobierno completamente incompetente se encuentra con los efectos del cambio climático. Los incendios y el cambio climático son circunstancias completamente inseparables, y negarlo es simplemente una prueba de ignorancia. Pero más allá de una cuestión científica innegable, lo que la entrada de Australia en la Edad del Fuego, el Piroceno prueba de manera concluyente son las consecuencias de una política irresponsable. Los incendios de Australia son, simplemente, un suicidio anunciado. Años de gobiernos conservadores financiados por la industria del carbón y carentes de políticas medioambientales que han llevado al país a convertirse en el peor en los rankings en acciones para prevenir la emergencia climática. Y cuando ignoras las emergencias, pasa lo que pasa: que sufres sus efectos.
La población australiana está mayoritariamente a favor de políticas medioambientales. Pero la acción del fortísimo lobby del carbón en el país líder en exportaciones de ese producto venenoso, unidas a un panorama mediático protagonizado por el negacionista Rupert Murdoch que minimiza u oculta sus consecuencias llevan a una inacción total, a una ausencia de prevención y a los efectos que estamos viendo ahora. El presidente más incompetente de la historia, el liberal Scott Morrison, capaz de seguir de vacaciones en Hawaii mientras su país se quemaba, puede intentar aparentar normalidad y pretender que es «lo de todos los años», pero las evidencias se le caen encima, y reclaman acciones internacionales decididas: si Australia sigue así, ya no es que Australia tenga un enorme problema, que obviamente lo tiene. El problema lo tiene el mundo.
Los incendios de Australia prueban claramente los efectos de ignorar las advertencias de los científicos, lo que ocurre cuando se toma la decisión de no hacer nada. Lo que estamos viendo en Australia lo veremos, desgraciadamente, en todos los sitios donde haya algo que quemar. Morirán personas, arderán casas, desaparecerán especies y se perderán cosas que jamás se podrán recuperar. O tomamos en serio la situación de emergencia en la que estamos y adoptamos medidas consecuentes con ello, las medidas que se toman en una emergencia, o estamos destinados a ver lo de Australia en cada vez más sitios. Medidas de emergencia son cosas que muy posiblemente no querríamos hacer, que generan incomodidades temporales, que dan lugar a efectos que no se reparten equitativamente, pero que hay que hacer de todas maneras, porque on hay ninguna otra alternativa. Una emergencia conlleva medidas de emergencia. Y no veo a nadie actuando como se actúa en las emergencias.
Mirad Australia. Australia solo anticipa nuestro futuro. Es lo que nos espera si seguimos ignorando la emergencia. Y aún así, muchos pretenderán mirar hacia otro lado y seguir ignorándola. Así de simple. Y así de triste.
Enrique Dans
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