Amazon Go Grocery: escalando el concepto

IMAGE: Amazon.com

Amazon presenta en Seattle su Amazon Go Grocery, la expansión del concepto inicial de tienda sin líneas de caja, que pasa de ser una simple tienda de conveniencia en la que adquirir generalmente pocos productos, a convertirse ya prácticamente en un supermercado completo con secciones de diversos tipos, incluyendo productos frescos.

La expansión marca para Amazon la madurez de su tecnología «Just walk out», y su aplicación a contextos de compra más complejos, ridiculizando a todos los escépticos que consideraban que podían criticar el concepto en modo «charla de café» con argumentos del tipo «seguro que si hago esto o aquello no funciona» , y dando lugar a una propuesta de valor muy clara: a medida que tomas los artículos de las estanterías, los dispones ya tranquilamente en el carrito en las mismas bolsas que vas a utilizar para llevártelos. Entrar, tomar lo que quieres, y salir por la puerta sin más pasos intermedios, sin detenerte en ningún sitio a hacer cola para que nadie compruebe nada.

Aparentemente, el concepto está sirviendo a Amazon para ofrecer mejores precios que sus rivales al proyectar un esquema de costes inferior. Pero más allá de estar condicionado por esas reducciones de costes o por la eliminación de puestos de trabajo, lo que claramente pretende Amazon es ofrecer al cliente una experiencia de uso optimizada y mucho más sencilla, una que solo se puede plantear cuando aprovechas todas las ventajas del nuevo entorno tecnológico. Las quejas del sindicato United Food and Commercial Workers International Union (UFCW), que ha criticado a la compañía por representar un peligro contra millones de empleos de calidad y ha amenazado con convertir el asunto en uno de los temas principales de la campaña electoral de las elecciones de noviembre de 2020, obvian que, en realidad, Amazon es la compañía que más empleos ha creado en los Estados Unidos en los últimos tiempos, más de medio millón, y que además, tiende a pagar a sus empleados, incluso en los niveles más bajos de cualificación, sensiblemente por encima del sueldo medio que paga la industria.

En su momento, cuando la compañía lanzó su primera tienda aún en beta exclusiva para empleados, lo comentamos: hay más de tres millones y medio de cajeros de supermercado en los Estados Unidos, cobrando una media de $10.78 por hora (el sueldo mínimo en Amazon es de $15 por hora), sin ningún requisito de educación formal, y con una previsión de decrecimiento estimada en un -4% para la década que va desde 2018 hasta 2028. Esas previsiones no parecen contar con los efectos del desarrollo y posible generalización de una tecnología como la de Amazon, y con la necesidad de otros competidores en el ámbito de la distribución de incorporar tecnologías similares si no quieren que sus clientes los consideren no solo obsoletos, sino además, incómodos.

El futuro de la distribución no incluye tener a trabajadores en líneas de caja haciendo un trabajo que, aunque hoy nos parezca razonablemente digno, no tiene ningún sentido que lleve a cabo una persona. Cuando, en pocas décadas, alguien le cuente a sus hijos que sus abuelos trabajaban como cajeros en un supermercado y le describa lo que hacían en su día a día, esos niños lo verán como una ocupación absurda, como una especie de esclavitud, y les parecerá que algo así no tiene ningún sentido. Eliminar trabajos tiene sentido cuando hay trabajos que resulta absurdo que haga una persona, porque imponen a esa persona unas rutinas repetitivas y deshumanizantes, y porque además, terminan redundando en una menor productividad y en un mayor número de errores que si lo hace una máquina. En último término, una tecnología como esta no pretende eliminar trabajos, sino poner a los humanos allí donde realmente aportan valor, no llevando a cabo trabajos mecánicos sin sentido.

El concepto que hoy vemos que Amazon escala desde tiendas pequeñas a grandes supermercados es solo un paso más en algo que, les guste o no a algunos, se denomina progreso. Es lo que ha llevado a que hayan desaparecido muchos trabajos que parecían normales en siglos anteriores y hoy consideraríamos terribles o sin sentido. Y como ese ejemplo, veremos muchos más. ¿Cómo va a acomodar la economía mundial la desaparición de cada vez más puestos de trabajo? ¿De verdad pretenden consolarse pensando que se van a crear, mágicamente, un número similar o mayor de empleos de otro tipo?

Los cajeros de supermercado se unen, en esa especie de carrera por la automatización eficiente, a conductores de vehículos, operadores de bolsa, trabajadores de cadenas de montaje y una cada vez más creciente gama de empleos, mientras la sociedad se hace cruces pensando en la paradoja de que una mayor generación de riqueza gracias al trabajo de las máquinas pueda de alguna manera tener como resultado un empobrecimiento general. La idea, por supuesto, no tiene ningún sentido, y exige redefinir los factores críticos que una sociedad tiene que brindar a sus integrantes, independientemente de que estos trabajen o no. Mientras no entendamos algo así, seguiremos intentando medir la economía con los indicadores erróneos, criticando iniciativas interesantes, recurriendo a planteamientos religiosos como aquel «ganarás el pan con el sudor de tu frente», y cometiendo un error detrás de otro.



Enrique Dans
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