La enshittification de Amazon continúa…
Amazon envía un correo electrónico a los suscriptores de Amazon Prime Video anunciándoles que a partir del 29 de enero comenzará a incluir anuncios en sus películas y series, para poder así «seguir invirtiendo en contenido atractivo y seguir aumentando esa inversión durante un largo período de tiempo». Los suscriptores que no deseen ver sus contenidos interrumpidos con anuncios publicitarios podrán optar por ello pasando a pagar 2.99 dólares mensuales adicionales, a modo de impuesto revolucionario: «si no quieres que te fastidie, paga». Maravillosa actitud.
Es, de nuevo, una prueba de la brutal y desenfrenada enshittification de Amazon: me he permitido modificar levemente el logotipo de la compañía para que ahora, en ver de simbolizar que sus clientes pueden encontrar todo en la plataforma, «de la A a la Z», ahora represente que Amazon te lleva «de la A a la mierda».
Si quieres comprar algo, tendrás que buscar con mucho cuidado entre los resultados de tu búsqueda, porque muchos de los productos que veas serán imitaciones baratas que aparecen por encima de los originales simplemente porque han pagado más publicidad, otros serán simplemente productos peores pero a los que la compañía les pone su sello, y otros serán copias encargadas por la propia Amazon a un fabricante más barato, a modo de marca blanca.
Si quieres ver películas o series, te tendrás que tragar publicidad como si las vieras en televisión en abierto. Eso, si no te venden directamente la orina que sus repartidores tienen que depositar en botellas porque los tiempos fijados por la compañía no les permiten siquiera parar tres minutos en un baño decente.
Impresionante: la compañía ha tomado tanto gusto al dinero fácil que proporciona el negocio de la publicidad, que no tiene absolutamente ningún problema en martirizar a sus clientes con ella todo lo que pueda. Sí, a esos mismos clientes que se suponía que ponía siempre en el centro y que trataba siempre de satisfacer.
Entendámonos: cuando un cliente acude a Amazon, generalmente, lo que quiere es buscar algo y comprarlo, sin más, sin que le martiricen con diez ofertas de productos que o bien no tienen nada que ver con lo que quiere o que pretenden engañarle haciéndose pasar por lo que quiere. Cuando acude a Amazon para ver una película o una serie, lo que quiere es ver esa película o esa serie y por eso paga, no quiere que le fastidien poniéndole anuncios de mierda, por mucho que eso ayude a la rentabilidad de la compañía. Ya estoy pagando, y pago precisamente porque quiero ver las cosas sin anuncios. Si no entiendes eso y prefieres engordar tus arcas a costa de arruinar el servicio que me das, ya sabes lo que pienso de ti. Y probablemente, como dicen muchos de mis alumnos, sea el momento de buscar alternativas.
Está cada vez más claro cómo funciona la economía de las plataformas: construye una atractiva porque eso te permite imponer sus reglas, y una vez que hayas atraído a suficientes clientes, empieza a cambiar las reglas que atrajeron a esos clientes para ir fastidiándolos cada vez más, para exprimirlos progresivamente, tratando de que no sea suficiente como para que cojan la puerta y se vayan, pero sí como para mejorar tus cuentas todo lo posible. Si tienes que traicionar lo que fueron tus principios y tu cultura, no te preocupes: ahora lo que importan ya no son «esos detalles románticos de juventud», sino el que tus accionistas estén muy contentos el siguiente trimestre. Eso es todo. Al cliente, que le den.
Amazon, de la A a la mierda.
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Enrique Dans
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